El tiempo matará nuestros hijos
y se nos caerán cada uno de los dientes.
El sol que ahora calienta nuestro semblante
nos reducirá a polvo. Nada podrá desalar
nuestra galería cuando el tiempo
sea su plaga. Ambos partiremos
con tal de saciar nuestra sed.
Así falleció el banco de peces
que solía llamar familia,
la brigada que, tras años a bordo
nunca aprendió a nadar.