Nace un empleado más.
Otra pulga sobre los vellos del viejo imperio,
de oficina y lágrima fácil.
Él agacha los hombros como cachorro,
mira como liebre
y camina con los brazos rígidos
propios de un muerto.
Cuidado, que llueve sobre él.
Nadie le abraza sin chubasquero,
nadie lleva paraguas
un verano seco como éste.