Su paz reina sobre mi taberna
una vez cada cuatro meses.
Su paz mata cada mosquito
y rompe cada bayoneta.
Envuelta en lienzo
se traza en tinta.
Sus obras son fúnebres,
temerarias, muertas en vida.
Sin embargo,
sus pasos apaciguan el bar.
Ella saca su paraguas en los días secos,
días donde la ceniza cubre las farmacias
y los cementerios.